martes, 1 de febrero de 2011

Capítulo 4

Tras ese encuentro casi fortuito con Robbert, Jacqueline prosiguió su agenda tal y como estaba programada. Se vistió, desayunó, la llevaron a la entrevista, terminó de hacerla, la sacaron de allí entre paparazzis, y sin tan siquiera volver al hotel, la llevaron al aeropuerto para coger su vuelo de vuelta a París.
Ya sentada en su asiento con su chococcino en una de sus manos y un bolígrafo jugueteando en los dedos de la otra, fue cuando pudo relajarse al fin por breves instantes. Su vida estaba tan planeada y cuadriculada que no podía hacer ningún plan, bueno realmente…¿A quién iba a llamar? Su vida iba de plató en plató, de revista en revista y de grabación en grabación. Tenía muchos conocidos, si pero no es que le sobraran amigos. Ciertamente, Robbert era lo único que se había acercado a ser su amigo alguna vez, al igual que un peluche de un patito que le había regalado su abuela en las Navidades de hacía ya 12 años. Recordaba esa noche como si fuera ayer.
Recordaba el viaje a Chambres, donde vivía su abuela por esa época, su vestidito rojo que le llegaba hasta las rodillas, sus leotardos beige y su lazo en el pelo, medio escondido entre sus rizos castaños. También recuerda ese olor característico del pastel de chocolate de su abuela justo al entrar a la casa… y qué casa… Formada entera de piedra, con las contraventanas azules, rodeada de un enorme jardín blanco por las últimas nevadas. Dentro era acogedora y caliente, tan hogareña que una vez pensó que ese era su único hogar.
Pero veía tan poco a su abuela… La recordaba también a ella bajando las escaleras con su delantal de cerezas, extendiendo los brazos, buscándola solo a ella “Jacquie, Jacquie- decía sin cesar-¿ Donde está la más dulce de las niñas?” . La doraba, ambas se adoraban.
Venía a su recuerdo con tanta calidez esos recuerdos... El momento en el que, al abrir su regalo, vio a ese peluche tan adorable con una cinta violeta al cuello, el abrazo con su abuela, la cena de después, cómo le leyó un cuento al irse a dormir…
Recordando aquellos momentos, no pudo evitar esbozar una sonrisa. Fue la última Navidad que pasó con su abuela pero no podía tenerlo entre sus malos recuerdos.
A los pocos segundos, el comandante dio orden de aterrizar. Habían llegado, de vuelta a París, a la rutina, a la cuadriculada vida de la Señorita Dawson, muy lejos de Chambres, la casa de ventanas azules pero sobre todo de Jacquie, aquella niña que era feliz con un simple aroma a tarta de chocolate.

7 comentarios:

  1. ya era hora ¬¬
    tarta de CHOCOLATE!!*_* jjejejejej

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  2. jajaja :$ Sí me acordé de ti al escribirlo.
    Lo siento muuuuuuuucho :( Se que he tardado en publicar como MILENIOS pero lo siento de nuevo e intentaré escribir más a menudo...
    Perdóon T_T

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  3. Que lindo capitulo! Me encanta!
    Sigue escribiendo ;)
    Girl

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  4. hola, me encanta tu blog
    podrias pasar por el mio?
    es: http://eldiariodeunachicaespecial.blogspot.com
    soy nueva y me gustaria que mi historia sea conocida
    saludos,
    inee

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